Sunday, April 24, 2005

Cortisona

-Te has equivocado.
Es lo primero que oyó después de tomar la gran deicisión, después arriesgar, una desconocida se atrevió a cruzar el umbral de la aureola que la rodeaba y separaba del mundo exterior.
“Te has equivocado. Te has equivocado”.
Durante todo el día la frase le atormentó.
- Mierda! Como sea verdad..., Mierda!
- Esto resumía su vida, y porque no decirlo..., también la de todo el mundo. Un continuo de malditas equivocaciones.
- Se dirigió hacia su clase y allí lo único que podía entender era: Te has equivocado. Nadie decía otra frase.
Su profesora, atractiva pero despreciablemente prepotente, ni siquiera le había dedicado una mirada en todo el curso.
Era una chica o era un chico, ella misma no lo sabía decir con certeza. Su mirada penetraría todos los lugares hasta la misma muerte. Conseguiría apoderarse de cada momento y robaría lo que fuese por el mero placer de poseer.

La miraba su compañero de clase. “Es un mediocre”. Y todo le parecía tan mal, como su propia decisión de estar allí mismo. Un continuo ir y venir de miradas. Querían poseerla por miedo a ser despreciados.
- No tengo nada.
- Sí... ¡Me he equivocado! Y no puedo evitar sentirse terriblemente desgraciada.
Se mantuvo en posición inerte sobre la mesa. Una silla incómoda le fastidiaba el descanso. Comería, pero no quería sentir las miradas obscenamente desagradables de incomprensión.
Estaba sola y equivocada. ¿Podía haber algo peor? Sin lugar a dudas si, pero ella qué iba a saber, cegada como estaba por su propio victimismo.
La profesora la miró con compasión.
- ¡Mierda!
“Si aun resultará que tiene sentimientos” La maldeciría toda la vida, aunque siguiese estando equivocada. Un tumulto de pensamientos le bajaron directamente al estómago. Esas mariposas tan exuberantemente vomitivas que provocaba “la primavera”... no eran esas, seguro.
“Es la hora. Sal de clase. Huye. Compórtate como una ordinaria. No. Huye más aun, como una cobarde, compórtate como si fueses altiva y esquiva”.Será lo mejor. Destrozará las estructuras básicas del sistema para poder impedir la aparición de asquerosos sarpullidos como los que la rodean.
Un momento de calma la eleva a un estado de tranquilidad consciente. Es el aire fresco del cielo azul y el sol.
Una preciosidad andante la hace estremecer, y ella es toda suya y con ella no hay nada más que ella misma.
“Males rotundos que me chantajeáis con ofuscaciones infinitas, ir al infierno, con Dios y sus secuaces. Mal-dado corazón...
- Pusilánime!!Le grita al viento.
- ¿Seré yo?

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