Sunday, April 24, 2005

¿Cómo pudo hacer que desapareciera?

Nadie lo sabía. Era la nada que les atormentaba. Sabían que no podrían encontrarlo. Era cuestión de tiempo para que olvidasen lo sucedido.

Se escondía entre hojas, y los observaba, si quería obtener algo nadie lo sabía. Podía saber como actuarían. Pero solo miraba y esperaba. Esperaba su momento. Pronto sabría que si no hahabía nada, todos lo olvidarían. Era joven. Era viejo. Era niña. Era salmón.

Caminaron día y noche sin encontrar nada. Tenían sueño, pero conservaban calor. Les purificaba la búsqueda, aun así, la desesperanza amenazaba con ganar poco a poco la lucha que en su interior no cesaba.

Los condujo fríamente hasta un acantilado, sin que notasen su presencia, ni la intervención que ejerció en sus voluntades.

Quedaron chocados. Sin saber como continuar, adónde mirar, qué decir, a qué agarrarse.
Tenían una luz, que era transformación, pureza y androginia. La lanzaron. Y la oscuridad aumentó. Y sus expresiones de pánico se deformaron más aún.

Una figura oscura se les acercó por las espaldas. Y gravemente les dijo:
- No soy yo quien tenía que decirlo.
Y saltaron. Supieron lo que era el amor y no pudieron tocarlo.

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