Si siguiese con vida.
No querían aceptar su enfermedad, pero sabían que moriría rápido, y que no tenían tiempo. Si tosía la miraban. Si las lágrimas le recorrían la piel, giraban la vista y sabían que no evitarían que siguieran cayendo, pero así el dolor se edulcoraba.
Los edificios de la ciudad se veían elegantes y humildes desde la ventana. Corría el año sesenta y seis la primera vez que se vieron, fueron amigos, fueron amantes, y ahora que ya todo había pasado decidía reavivarlo todo, para convertir su muerte en un acto de inmortalidad que les cubriría para siempre de sombra. La sombra del amor nunca reconciliado con el dolor.
Si los paseantes supiesen que arriba ya nada tenía importancia, se pararían y mirarían hacia aquella ventana, intentando decir algo y sin poder, porque ya nada era más importante y todo resultaba efímero y banal.Cuando cogió el taxi lo olvidó todo. Los paseantes volvían a mirar al suelo y los edificios se levantaban vivos y fuertes, amenazantes; con el poder del que pisa sobre seguro y cree.
Los edificios de la ciudad se veían elegantes y humildes desde la ventana. Corría el año sesenta y seis la primera vez que se vieron, fueron amigos, fueron amantes, y ahora que ya todo había pasado decidía reavivarlo todo, para convertir su muerte en un acto de inmortalidad que les cubriría para siempre de sombra. La sombra del amor nunca reconciliado con el dolor.
Si los paseantes supiesen que arriba ya nada tenía importancia, se pararían y mirarían hacia aquella ventana, intentando decir algo y sin poder, porque ya nada era más importante y todo resultaba efímero y banal.Cuando cogió el taxi lo olvidó todo. Los paseantes volvían a mirar al suelo y los edificios se levantaban vivos y fuertes, amenazantes; con el poder del que pisa sobre seguro y cree.