Monday, November 28, 2005

Entreacto

Caminaba por la calle despreocupadamente. Como si no fuera a ningún sitio. Había salido pronto porque sabía que no le sentaban bien los nervios que produce la prisa. Caminada lentamente y se entretenía mirando las caras de la gente con que se cruzaba. Miraba el suelo e intentaba no pisar las rayas. Miraba el cielo y determinaba que el placer estético que le producía nunca sería comparable al que podía producir la tierra. Miró al suelo otra vez y vio un sobre. Se paró, y como aquel día no tenía prisa y su estado de ánimo era casi inmejorable, no se preocupó por la opinión que de su acción podrían tener los peatones que por allí pasaban. Se agachó y cogió el sobre. Tenía la marca de muchas huellas, estaba suficientemente sucio como para devolverlo al suelo, pero la curiosidad no le permitió dejar escapar esa pequeña novedad ante la cual se abrían tantas posibilidades; no sería ella la que las dejara escapar. Así pues, lo abrió mientras seguía caminando. Sacó la hoja, era una declaración de la renta. Números, nombres, letras, rayas... Resultaba increíble, alguien se iba a quedar sin su devolución pertinente. En su mano estaba el buen fin de ese difícil trámite, sus ojos se volvieron hacia el cielo, ahora no para contemplar la belleza estética sino porque así sus pensamientos fluían con más libertad, se elevaban, y se elevaba también su ego imaginándose todo lo que podía conseguir un alma caritativa y poderosa como la suya. Cerró los ojos, los abrió y se dirigió al buzón más cercano. Mientras tiraba la carta la manga de su camisa se desplazó dejando entrever el reloj, eran las 7, volvía a llegar tarde.

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