Thursday, September 22, 2005

El hombre sin alma

Se levantó una mañana de Agosto. Lo primero que hizo fue mirar su rostro en el espejo. Todo había cambiado, pero él físicamente seguía viéndose igual. Le resultaba totalmente incoherente. No podía soportar estar anclado a algo permanentemente, no podía deshacerse de su cuerpo.
Los intentos frustrados por modificar alguno de sus aspectos físicos ya se contaban en cientos. No se veía gordo, no se veía feo, no era calvo, no se buscaba arrugas.. Lo suyo no se trataba de disconformidad, no es que no le gustase su cuerpo, es más, eso no le preocupaba lo más mínimo. Lo que de verdad le atormentaba era que su cuerpo no evolucionase en concordancia con su experiencia vital, el del espejo no era él ahora, era él hace dos años, tres años, pero no ahora.
Quizás los métodos que empleó para modificarse no eran los más adecuados en su caso, podrían tacharse de vulgares, de mediocres, simples soluciones para un cualquiera. Pero su caso era diferente y estaba desesperado.
En los últimos años se había visto envuelto en ciertas circunstancias angustiosas, había sabido posicionarse de tal forma que ahora se sabía más fuerte y seguro. Además, había adquirido conocimientos sobre el mundo de los que ni siquiera era totalmente consciente y que le acompañarían hasta la muerte.
A pesar de todo esto, no tenía ni idea de cómo enfrentar a esta situación.
¿Cambiaría de espejo nuestro protagonista, se dedicaría a dibujar en él, podría, incluso, llegar a romperlo?

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