Tuesday, September 27, 2005

Los subsuelos del inconsciente

Era una chica. Se movía por los estrechos pasadizos del alcantarillado. Su piel era casi transparente y escamosa. Su aliento putrefacto y húmedo como la corriente de aire que recorría aquel subsuelo. En las manos ya no había ningún rastro de suavidad.
Las ratas huían de ella porque temían su mirada brillante, sus ojos resplandecían en la oscuridad. El hilo de agua continua que cubría el suelo mantenía mojados sus pies descalzos todo el día.
Tenía una pequeña guarida. Como si de un armario empotrado se tratase, pero sin puertas. Se reconocía desde lejos por la maraña de cartones que lo cubrían y resguardaban. Estos y un cazo lleno de gusanos eran el único mobiliario que poseía.
Los gusanos eran su alimento diario. Los encontraba en las zonas más lúgubres y acostumbraba a mantenerlos en agua de lluvia pensando que así los desinfectaba. Había probado otros animalejos de aquella fauna subterránea pero ninguno le había satisfecho tanto como los gusanos.
Así debía ser el mundo de aquella chica que encontraron ahogada en la playa un 4 de Septiembre, después de las fuertes lluvias que azotaron a toda la ciudad.
Corrió por los periódicos y telenoticias el misterio de aquel encuentro. El mundo se quedó consternado ante tal suceso, no podían explicarse que por debajo de la sociedad cerrada que tenían montada pudieran existir seres completamente al margen, autosuficientes.Tanto los que mandaban como la gente de a pié se asustaron ante tal posible anarquía, unos por la perdida de poder y otros por el abismo de posibilidades que se les abrían con esa llamada a la libertad; a todos les interesó olvidar el suceso lo más pronto posible.

Thursday, September 22, 2005

El hombre sin alma

Se levantó una mañana de Agosto. Lo primero que hizo fue mirar su rostro en el espejo. Todo había cambiado, pero él físicamente seguía viéndose igual. Le resultaba totalmente incoherente. No podía soportar estar anclado a algo permanentemente, no podía deshacerse de su cuerpo.
Los intentos frustrados por modificar alguno de sus aspectos físicos ya se contaban en cientos. No se veía gordo, no se veía feo, no era calvo, no se buscaba arrugas.. Lo suyo no se trataba de disconformidad, no es que no le gustase su cuerpo, es más, eso no le preocupaba lo más mínimo. Lo que de verdad le atormentaba era que su cuerpo no evolucionase en concordancia con su experiencia vital, el del espejo no era él ahora, era él hace dos años, tres años, pero no ahora.
Quizás los métodos que empleó para modificarse no eran los más adecuados en su caso, podrían tacharse de vulgares, de mediocres, simples soluciones para un cualquiera. Pero su caso era diferente y estaba desesperado.
En los últimos años se había visto envuelto en ciertas circunstancias angustiosas, había sabido posicionarse de tal forma que ahora se sabía más fuerte y seguro. Además, había adquirido conocimientos sobre el mundo de los que ni siquiera era totalmente consciente y que le acompañarían hasta la muerte.
A pesar de todo esto, no tenía ni idea de cómo enfrentar a esta situación.
¿Cambiaría de espejo nuestro protagonista, se dedicaría a dibujar en él, podría, incluso, llegar a romperlo?